Reunión y separación.
Finalmente, llegó el
momento que todo el mundo esperaba, las dos generaciones de KISSfans tendrían
la oportunidad de ver a la formación original de nuevo sobre los escenarios de
medio mundo. Nadie sabía en aquel momento lo que sucedía detrás del escenario,
simplemente no importaba con tal de ver al grupo que cambio la vida de millones
de adolescentes ofrecer un show inolvidable. La prensa estaba volcada en ellos,
los shows eran sold out, las nuevas generaciones de músicos admitían su influencia.
Todo apuntaba hacia el éxito.
Como siempre, antes de cambiar nuevamente la configuración
de KISS hubo que cortar un par de cabezas, en este caso las de Eric Singer y
Bruce Kulick que hubieron de admitir la derrota, no podían competir contra semejante
monstruo. Nuevamente Simmons y Stanley tenían carta blanca para hacer lo que
quisieran. Pero no resultó tan fácil como creyeron que seria. Antes de salir de
gira había que testar a los viejos miembros, algo que demostró ser un calvario
para el bueno de Tommy Thayer, chico de los recados de Simmons Y Stanley. Peter
Criss ya no era ni mediocre como baterista, simplemente ya no sabía como
tocarla. Ace Frehley tenía a su favor el hecho de que nunca había dejado de
tocar, pero apenas recordaba las canciones. Pánico. Después de unos desastrosos
intentos para re enseñar unas cuantas canciones del repertorio clásico del
grupo, Thayer logra que suenen medianamente aceptables. Los cuatro miembros se
someten a un entrenador personal para ponerse en forma y poder caber de nuevo
en sus viejos uniformes. No hace falta ser un genio para intuir que Criss no
estaba a la altura y que Frehley tampoco daba la talla. Pero la máquina de
hacer dinero esta vez estaba más caliente que nunca y la tarea debía ser
llevada a cabo. El público esperaba ansioso y no se pude ser irrespetuoso con
la mano que te alimenta.
Doc McGhee era uno de los pesos pesados en el mundo del
management, con un pasado oscuro ligado al tráfico de drogas, que había
trabajado con Bon Jovi y Motley Crue entre otros. Gracias a él la gira de
reunión se llevó a cabo. Con sus ideas a la americana (todo a lo grande) se
recurrió a un par de trucos publicitarios para anunciar la esperada reunión. El
primero una aparición en los Grammy (esa basura de premios basada en las
ventas) con el grupo enfundado en una réplica de sus trajes del “Love Gun” Tour.
El segundo una rueda de prensa en un portaviones (!!!) con Conan O’Brian como
presentador. Godzilla volvía a rugir.
El primer show de la gira fue en el Tiger Stadium de Detroit
ante un estadio lleno de KISSfans que no podían ver lo que sucedía tras el
escenario. Lo que en un principio era una reunión de viejos compañeros de grupo
pronto se convirtió en una pesadilla para ambos bandos. Los viejos miembros no
eran más que otros empleados de Simmons y Stanley, lo que no les hacía mucha
gracia, con sus inevitables consecuencias: recelo, falta de compromiso y demás
vicios. El tándem Simmons Stanley se sentía más que seguro de que los otros no
iban a renunciar a su trozo de tarta, por muy pequeño que fuera, y actuaba como
voz dictatorial. Pero incluso en los mejores matrimonios hay crisis y esta vez
Gene Simmons se aseguró de que toda la atención recayera sobre él y no dejo de
pasar la oportunidad de tomar el control absoluto sobre el merchandising;
toallas, condones, féretros, muñecos, peluches… lo que hiciera falta, como en
los viejos tiempos, pero a un escala gigantica. Una vez más Stanley se veía
ensombrecido por el demonio.
Sobre la gira no hay duda alguna. Uno de los momentos
inolvidables para los amantes del Hard Rock clásico, un espectáculo digno y
solemne que dejó a los fans extasiados. Poco importaba que Peter Criss y Ace
Frehley se comportaran como nuevos ricos paletos y caprichosos tras el
escenario. Las salidas de tono de Simmons (escupir a roadies, acosar al
personal femenino) ya eran de sobra conocidas y la charla monótona de Stanley
sobre las groupies más sobada que una KISSalmohada. Nada impedía disfrutar de
KISS en los 90, el merchadising era recibido como si de maná se tratara, los
shows eran sold-out. La magia había vuelto.
Hasta que llegó la hora de grabar el álbum de reunión. “Psycho
Circus” (1998) es una muestra del arte del ilusionismo propio de los KISS
clásicos. Ni Frehley ni Criss tocan en el, solo aportan voces y algún que otro
arreglo. Los jefes de KISSlandia no querían pagar ni un dólar más a los hijos pródigos.
Tommy Thayer y un baterista de sesión se encargan del trabajo. El resultado es
un álbum más malo que la discografía de Georgie Dan al completo. Pura mierda.
Nuevo álbum, nueva gira. Esta vez con un gancho,
proyecciones 3D. En cuestión de semanas los fans se hartan de tanta tecnología
incomoda a la hora de disfrutar el show. Y en poco tiempo las ventas de
entradas descienden. El grupo solo añade un par de temas nuevos al repertorio
de la gira de reunión, la gente se aburre. Y las tensiones internas vuelven a
aflorar, algo que aprovechó Simmons para desmarcarse una vez más y forzar la máquina
de hacer dinero. Esta vez rodarían otra película.
El producto resultante es un film simplemente divertido,
lleno de guiños a la historia de los años 70 bastante más aceptable que el
resto de comedias adolescentes. “Detroit Rock City” (“cero en conducta” en España)
es la resurrección de Gene Simmons el demonio despiadado que necesita más y más
dinero. KISS necesita estar presente en todos lados: el cine, la tv, el baño de
tu casa… Como no podría ser de otra manera, el resto de los miembros tuvieron
que tragar con semejante acto de egomanía. Nada nuevo bajo el sol.
Peter Criss, en su biografía, lanza al aire una teoría sobre el porqué de la
reunión de los miembros originales. Según su versión el tándem Simmons Stanley
se dedicó a enviar espías a los shows de los viejos miembros de KISS durante
los ochenta para valorar su capacidad musical, esperando como buitres a que algún
día los renegados pudieran alcanzar el nivel necesario para regresar a la nave
nodriza. Viendo lo sucedido tras el Psycho Circus Tour yo la llevo más allá y
me atrevo a decir que lo único que buscaban era una oportunidad para regresar
al maquillaje y poder recuperar su status de súper estrellas sin tener que
depender de los otros miembros originales. Así de obsceno es el mundo de KISS.
Tras el fracaso aparente del Psycho Circus Tour se anunció
una nueva gira, esta vez de despedida. El mundo tendría una última oportunidad
de ver a KISS con su formación original. Nadie sabía lo que se tramaba en el
KISSbunker, todos dábamos por hecho que el grupo volvería a quitarse el maquillaje
y que Bruce Kullic y Eric Singer volverían a sus puestos y que Criss y Frehley
se retirarían a sus carreras en solitario. Pues no chavales y chavalas, no fue así.
Durante la gira se añadieron temas que no pertenecían a la etapa de la formación
original: “Lick It Up”, “I Love It Loud” y “Heaven’s On Fire” volvían a formar
parte del repertorio. Ace Frehley volvía a estar consumido por las drogas y
Peter Criss veía con asombro como su salario era reducido. Las cosas se
pusieron feas. En una ocasión Ace Frehley no llegó a tiempo para un show, de
modo que los jefes decidieron preparar a Tommy Thayer para sustituirlo; en el último
momento Frehley hizo acto de presencia, saludó al mercenario maquillado como su
propio personaje y no dio importancia al asunto. Antes del último tramo de la
gira Criss no se sentía disponible para tocar debido al resentimiento y algún que
otro problema contractual, fue sustituido por Eric Singer, el mercenario de
mercenarios, que adoptó su rol de Catman, algo fácil gracias a que los derechos
de imagen del gato ya no pertenecían a Criss debido a una serie de maniobras
que parecen divergir según el ponente. Una vez terminado el tour, Ace Frehley
abandona la nave definitivamente, cediendo los derechos de imagen del spaceman
a cambio de unos cuantos dólares. La reunión se daba por zanjada. O casi.
El siguiente movimiento fue la grabación de un álbum en
directo con la orquesta de Melbourne, para el cual recurrieron a Peter Criss
otra vez (!!!) y con Tommy Thayer formando parte integral de los KISS del nuevo
milenio. Paul Stanley retomó viejos temas como “Forever” para deleitar a las
nuevas y despistadas audiencias. Sólo lo escuché una vez y casi me desmayo de
lo malo que es.
Finalmente, el ultimo capitulo de Peter Criss en el seno de
la banda se escribió durante la gira gira conjunta con Aerosmith. Los miembros
del otrora grupo líder del Hard Rock americano, devenidos en grupo para quinceañeras,
exigieron la presencia de al menos tres miembros originales del grupo. Como Frehley
ya no estaba disponible se llamó de nuevo a Criss, que a pesar de haber sido
timado durante la grabación del disco en directo se apuntó a la aventura. Las anécdotas
de esta gira son impagables: Stanley rellena su entrepierna cada noche, Joey
Kramer los trata como a bufones, los fans no acaban de creer que Thayer se
atreva a suplantar a Frehley. Puro Spinal Tap.
Una vez terminada la gira Peter Criss vuelve a casa mientras
Simmons Y Stanley deliberan sobre el futuro de la banda.